
Si en un mismo párrafo leemos los siguientes nombres: Anne Carson, Margaret Atwood y Alice Munro, no será difícil para el lector reconocerlas como tres de las escritoras más relevantes de la actual literatura de Canadá. Sin embargo, sería muy pertinente añadir otro nombre más, igual de prestigioso y representativo, pese a su modesta notoriedad: Margaret Laurence. Ella es la autora de Una burla de Dios, Los habitantes del fuego o El parque del desasosiego, pero sobre todo de El ángel de piedra, considerado un clásico moderno de la narrativa canadiense. La novela relata la vida de Hagar Shipley, una nonagenaria mujer que rememora su intensa existencia plagada de vicisitudes, austeridad, dureza, dolor, muerte y de su infeliz matrimonio. Todo ello, mientras se encuentra a la espera de ser trasladada a una residencia de ancianos, junto a los encontrados sentimientos de rechazo y abandono que ello comporta. Cargada de vitalidad, realismo, pero sobre todo de humanidad, es muy poca la literatura que ha retratado con éxito los estragos emocionales, físicos, psicológicos y afectivos que causa la vejez en el ser humano. Imprescindible.
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